1 de junio de 2011

DANIEL MEUROIS. PRIMERA PARTE.


Aunque la entrevista no es reciente, merece la pena y sigue siendo actual por los temas que se exponen.
Nos cuenta de sus experiencias, cómo se sumerge en los Registros Akáshicos, sus viajes fuera del cuerpo, sus contactos y metodología de "trabajo", si puede llamarse así.
Una entrevista profunda publicada en dos partes.
Aquí la primera...



Se halla a disposición de quienes se consagran al servicio impersonal. Los archivos akhásicos recogen toda la trayectoria de la humanidad, de cada una de las almas que hollaron nuestro mundo, desde el principio de los tiempos.
Se trata de un “disco duro” cuya capacidad desborda los límites concebibles. El contenido de sus archivos es imperceptible para la mente concreta. Conseguir el “password” para acceder a esos mágicos registros, ha sido la aspiración de muchos maestros, guías e iniciados.
El escritor Daniel Meurois Givaudan es ya un conocido para los guardianes celestes de todo este inagotable acerbo colectivo. Le permitieron entrada porque sabían de sus intenciones puras, porque llevaba con él una pluma de ave capaz de escribir, con ella y con la información facilitada, las más maravillosas historias.
Este francés, hoy asentado en Canadá, no defraudó a los celosos archiveros. Cumplió y sigue cumpliendo sobradamente su particular cometido. ¿Quién como él supo unir relato sagrado y literatura exquisita, enseñanza suprema y belleza no menos sublime?
Debemos a Daniel muchos instantes absolutamente inolvidables en compañía de Jesús, María Magdalena, los apóstoles, Akenatón, Nagarté, los esenios, Luis IX, los maestros budistas de Camboya…, le debemos ese corretear arriba y abajo de anales trascendentes de nuestra historia colectiva.
Nos dio tiempo a repasar vida y obra, a confraternizar en la risa, suerte de complicidad que arrancaba en el disfrute y comunión con tantas letras suyas colmadas del otro pasado, de la memoria de gloria. Por encima del tiempo, los idiomas y las culturas, por encima de los malentendidos de la historia, afloraba una comunidad de “amigos” compartidos, alma grupal tras un destino común que tanto ha fortalecido Daniel y su literatura.
Hubo pues revelación y gozo en torno a cafés y grabadora, hubo también sentencias para la historia: “Tenemos la oportunidad de protagonizar un cambio extraordinario”, nos ha confesado el narrador de las mil y un maravillosas historias sagradas y nosotros, también eso, le hemos creído.

¿Con qué detalle te llega la información. ¿Te ves en la obligación de reconstruir detalles o todo te viene tal cual?
Cuando penetro los anales akásicos, me veo absolutamente inmerso en la secuencia de la época. No observo la escena como si estuviera delante de una pantalla de televisión, yo estoy absolutamente allí, en el momento.

Al escribir, no tengo necesidad de intentar reconstruir ningún aspecto, puesto que vivo la experiencia tal cuál. Me percato de montón de detalles, escucho todos los sonidos… La precisión es increíble.
Todo queda grabado en mí por tres o cuatro días. Después esas vivencias me quedan registradas como una vivencia normal, por ello es importante que me apresure a escribir.
Todo es revivido con la misma intensidad que en la realidad. Tengo sensaciones visuales, olfativas, auditivas e incluso de tacto, pero no de mi tacto, si no del de esa persona en la cuál yo estoy inmerso en ese momento. Si esa persona toca algo, yo tengo la misma sensación de tocar.
La vivencia es, por lo tanto, absoluta.
¿Todo ello lo trasladas a los libros?
No, es absolutamente imposible. En un libro no se puede describir todo el detalle.
Además hay momentos emocionantes, intensos y hay momentos cotidianos. Mi labor se asemeja a la de un realizador de cine que ha filmado kilómetros de película, pero que después se queda únicamente con lo mas importante. Mi trabajo de escritor es el de seccionar momentos sustanciosos y de tejerlos entre sí, de forma que semeje un libro, no una enciclopedia. Mi tarea no es por lo tanto la de un novelista, puesto que yo no invento. Soy más bien transcriptor de esas escenas que elijo.
¿Es una suerte vivir todo eso?
Cierto, pero al mismo tiempo es una responsabilidad cuando accedes a tan privilegiada información. Trato de cuidar mucho la escritura.
A menudo he de preguntarme: ¿habré transcrito bien lo que he presenciado? Siempre me queda la duda de no haberlo hecho fielmente. Hay muchos lectores detrás.
A veces me asalta el temor de haber trasladado una caricatura de lo que yo he recibido. Son impresiones muy precisas y no deseo caricaturizar. Es un desafío mantenerme fiel a la realidad pasada.
¿Cómo es la vuelta de ese “túnel del tiempo”?
Tengo una cierta tendencia a evadirme. Retornar de ese estado de conciencia al habitual es difícil. Al volver a este mundo denso y material hay un desajuste inevitable.
¿Qué emociones afloran en tu particular oficio?
Una de las mayores dificultades surge cuando yo también me encuentro presente, cuando abordo pasajes en los que me hallo personalmente implicado. A veces me encentro con seres que en la actual encarnación juegan roles muy diferentes y con las que tengo relaciones afectivas. Ello me muestra la relatividad de las relaciones humanas.
Puedo observar personas con las que he compartido momentos hermosos o que por el contrario han sido mis adversarios. Es complicado cuando las emociones afloran. Mi problema es que tengo demasiada memoria y ello puede suponer una desventaja.
¿Rehuyes el presente?
No lo rehuyo, pero hay una parte de mí que siempre está fuera en el tiempo, no es fácil vivir conmigo. Por ello es importante anclarme en la tierra. He de desarrollar un contacto constante y directo con la vida. Nunca excesos, pero hace falta que acepte los pequeños placeres de la vía cotidiana: comer, beber con moderación… Hace falta que encarne bien aquí.
¿Cómo ves el mundo tras tus viajes a través de los registros akásicos?
Con una densidad que me hace mal. Incluso si se tiene la impresión de que otras épocas eran más bárbaras y duras, con masacres, esclavitud…, en nuestros días la opresión y la explotación está más escondida, pero sigue ahí.
Por el contrario todo está desacralizado. En los tiempos del pasado que yo he podido visitar, había siempre referencias a elementos sagrados. Es decir la existencia de la divinidad era una evidencia para todo el mundo.
Pero se acerca de nuevo un tiempo más sagrado…
Cierto, pero los medios se resisten a dar cuenta de la repercusión que está comportando el avance de la conciencia. Este gran movimiento basado en una conciencia más sagrada de la vida está remontando y va a invadir como una gran ola. Se está trabajando mucho en muchos lugares por la manifestación de esa gran ola.
¿Te sientes un elegido del Cielo para la labor que te encuentras realizando?
No siento que sea un elegido del Cielo. Yo no creo que nos elijan para cumplir determinadas misiones. Creo que cada uno de nosotros nos elegimos a nosotros mismos.
En un momento determinado de nuestra evolución, nuestra alma siente una dirección, una necesidad de especialización en un sentido determinado. Mi especialización ha sido la de escritor. Esta es mi tercera vida como escritor.
Desde hace varias vidas trabajo también la salida del cuerpo de esta forma consciente. Sin embargo creo que mi estilo de escribir era mejor en mis anteriores vidas.
Bueno, bueno, eso ya es mucho modestia…
Sí, es cierto… Conozco las debilidades de mi estilo. He perdido en la forma, si bien es verdad que he ganado en conocimiento metafísico.
¿Tengo entendido que no repasas los originales?
Así es. Una vez que he escrito el libro, ya está listo. No lo vuelvo a tocar.
¿Cómo elijes los temas que abordas?
No elijo deliberadamente los temas. Tampoco hay jamás una imposición desde arriba, en el sentido de que “debes escribir sobre esta o aquella cuestión”. Es simplemente como una demanda de adentro.
Por ejemplo, en estos momentos siento el reclamo interior de escribir sobre San Francisco de Asís. Aún carezco de la información necesaria y sin embargo sé que va a venir. Para ello tengo que disponerme…
¿En qué lengua visionas las imágenes?
Yo escucho en la lengua de la época. Los sonidos me vienen en la lengua del momento, pero lo curioso es que, a causa de un mecanismo misterioso, comprendo ese significado y lo puedo interpretar con mi vocabulario de hoy.
Transcribo con el vocabulario que tengo a mi disposición, consciente de que es muy corto, al igual que un traductor traduce con su propio léxico personal.
En los libros sobre la vida de Jesús me ocurre a veces que me encuentro ante conceptos que existen en la lengua aramea, pero no hallo sus correspondientes en francés.
¿Jesús siempre se expresó en arameo?
Jesús hablaba el arameo y también un poco el griego. Su lenguaje era muy bello. Se parece al árabe, no tanto al hebreo. El arameo es la lengua madre de las lenguas árabes. Es un árabe suave y cantarín. No es por casualidad que Jesús hablara esa lengua. Si oyéramos hablar al Cristo de hace 2000 años, tendríamos la impresión de estar oyendo árabe.
¿Lenguaje estrecho el nuestro?
Muy estrecho, nuestro lenguaje es pequeño para abarcar esas otras realidades. Por lo demás, nuestra lengua está racionalizada. Como apuntaba, hay conceptos de una lengua que no aparecen en otra.
¿Cómo es el encuentro con Jesús?
Es maravilloso, conmovedor y al mismo tiempo natural. Se trata de seres de una enorme evolución y a la vez tremendamente simples. De gran sencillez, que no ponen distancia entre ellos y nosotros, de una gran humanidad. Ya no me sorprende. Está dentro de una lógica.
¿Y María Magdalena?
Cuando leemos los evangelios no hay apenas información a propósito de María Magdalena. Hay un misterio. El egregor (la forma-pensamiento) de María Magdalena en otros mundos es enorme y ello se debe a que ha tenido una gran influencia en su época.
¿En diversos textos suyos, se la ve situada en un nivel superior de evolución? ¿Era la discípula privilegiada?
Evidente, no hay duda de que era la primera discípula. Recibió enseñanzas superiores al común de los apóstoles. Para mí era también la compañera de Jesús.
Era normal en aquella época. Hemos de tener en cuenta de que ningún hombre podía entrar en una sinagoga y comentar los textos sagrados si no estaba casado. La ley judía lo prohibía terminantemente, si no estaban por lo menos emparejados.
Hay que considerar también que las manifestaciones de cariño en aquel tiempo eran sumamente discretas.
Cariños tampoco faltaban entonces…
A fuerza de entrar una y otra vez en los detalles de los anales akásicos pude comprobar que entre los dos había una relación de intimidad. Podemos decir más: en tanto que maestro, Jesús había aprendido en sus estudios en el Himalaya a controlar la energía sexual o kundalini. Esta es una vía de despertar muy importante y que exige un gran control y disciplina sobre uno mismo.
¿Prédicas especiales para las mujeres?
Estoy convencido que Jesús había compartido las enseñanzas del despertar de la conciencia con diferentes pequeños grupos de mujeres. Teníamos la impresión al leer los textos evangélicos de que en los grupos de predicación había hombres y alguna mujer, sin embargo en los registros akásicos se puede perfectamente observar que había al menos tantas mujeres como hombres.
La esencia más pura la transmitió a las mujeres a causa de su especial sensibilidad e intuición que les permitía captar todo con facilidad. Jesús daba mucha importancia a que las mujeres obtuvieran también conocimiento. Esta es una de las razones por las que molestó mucho en su época, ya que se trataba de una sociedad muy patriarcal.
¿Que pasó después de Jesús?
Aún perduró la tradición gnóstica cuyo libro más relevante es la Pisti Sophia, con fuerte impronta femenina. Pero se impuso la escuela de Pedro y Pablo mucho más masculinizante, casi misógina. La tradición femenina hubo de permanecer oculta.
Al día de hoy podemos constatar que el cambio de la conciencia viene sobre todo de la mano de las mujeres, tal como lo predijo el propio Jesús.
¿Tienes aun reservadas muchas bellas historias para contarnos? O te has cansado ya de tu pluma en el tintero? (Daniel siempre escribe sus libros con pluma de ave, nunca con ordenador)
Sí, es cierto que estoy algo cansado, pero soy consciente de que aún tengo cosas por escribir. Si he de ser honesto confesaré que se trata de una fatiga a nivel del alma. Este tipo de experiencias fatigan mucho física y sobre todo psíquicamente.
Evidentemente no soy aún muy viejo a los 55 años, pero tengo la impresión de tener mucho kilometraje detrás de mí (risas). Creo que ahora me toca escribir algo a propósito de San Francisco de Asís.
Las diferencias en la interpretaciones de los libros sagrados generan divisiones en los movimientos espirituales de los hombres. ¿A qué se debe tanta diferencia entre unos y otros?
Hay dos niveles de libros que versan sobre la historia sagrada. Encontramos por un lado aquellos que corresponden a una lectura a nivel etérico. Este nivel es como un espejo que registra, pero que a la vez deforma un poco. Es preciso también tener en cuenta la intervención del propio pensamiento humano. Por eso hay historias que pueden, en mayor o menor medida, responder a las imágenes mentales de quien las capta. Estamos por lo tanto ante un banco falible, susceptible de deformaciones.
Pero después está el akasha. Ahí ya no caben diferencias de versiones. Sólo hay un único “disco duro” que registra todo el acontecer mundial. Cuando entramos en él captamos, no obstante, nuestra visión personal. Cada uno de nosotros, aún observando lo mismo, tenemos experiencias diferentes. El hecho histórico es único, pero hay diferentes ángulos desde donde captarlo.
CONTINUARÁ...

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