7 de junio de 2011

KENNETH FRAMPTON.

SALVEMOS A LA OLIGARQUÍA DE SU PROPIA ESTUPIDÉZ.

De la arquitectura del planeta, ¿dónde se haría la foto?
 Me haría la primera foto en villa Mairea, una obra maestra de Alvar Aalto, en Noormarkku (Finlandia).

Creí que me iba a hablar de Gaudí.
 Aalto la acabó en 1940 y tiene la calidad orgánica de Gaudí, pero sin arabescos, de una manera esencial, luminosa, en íntima armonía con el paisaje y la tradición finesa...
 Habrá que ir a verla.
 Es un gozoso manifiesto humanista en pro del equilibrio con el medio, la serenidad y el sentido común y en contra del sinsentido de esas anodinas casitas con jardín diseminadas por el campo que han consumido...
 ¿En qué sentido?
 Lo que hemos estado construyendo era consumir sin sentido territorio y recursos. Se apropiaron de magníficos paisajes eternos como si fuera posible y coherente comprarlos y venderlos y los transformaron en una mediocre extensión de su soberbia: poniendo las piscinas en medio de las playas hasta que todas parecían la misma.
 Por ahora esa fiesta se ha acabado.
 Y queda la resaca. No sólo la economía española, también la británica y la americana están empachadas de ladrillo. De tal forma que, cuando no seguimos poniendo más y más ladrillos, parece que la economía no exista. Y no se crea empleo.
 En eso andamos: en sustituir el ladrillo.
Escuchemos a Aalto en villa Mairea: se puede vivir en el paisaje sin pisotearlo, formando parte de él y compartiéndolo con otros seres humanos.
 Es un manifiesto, pero utópico.
 Pero no por ello menos necesario. Soy británico, pero me he pasado media vida en Estados Unidos, en las tripas del monstruo...
 ¿Y qué ve en ellas?
 Las empresas acumulan montañas de dinero, y Obama no para de inyectar más y más dólares en el sistema, pero no crean empleo.
 ¿Por qué?
 No necesitan crearlo para tener más beneficios. Hay tecnología para ganar más sin emplear más. Pero de algún modo tendremos que repartir la riqueza: si no crean empleo, habrá que cobrarles más impuestos.
 Es una filosofía.
 La arquitectura es pronunciarse sobre lo que pasa. Le voy a decir el segundo sitio donde me haría esa foto.
Adelante.
 En una terraza con vistas a Barcelona.
 Gracias, pero ¿por qué?
 Porque en el entramado de calles y plazas de su urbanismo se percibe todavía que ha habido una preocupación por el nosotros, por lo público, por la comunidad.
 Me temo que ha habido de todo.
 Pero conciliado de forma que no ha prevalecido la soberbia solitaria del multimillonario constructor sobre la clase media que levantó las ciudades. En estas calles y edificios veo la voluntad de la clase media.
 Pues que dure.
 Eso es lo malo, que nos están acorralando y cercenando la voluntad de lo público. En EE.UU. las infraestructuras de todos están decrépitas y no se invierte en ellas, y el sistema sanitario, hasta ahora casi enteramente privado, es más caro e ineficiente que cualquiera de los europeos.
 Veo que no habla sólo de urbanismo.
 Sería una estupidez hablar de él como si fuera un conjunto de maquetas: sólo tiene sentido cuando se habla de personas. Y también me haría una foto en L'Illa de Moneo.
 ¿Por qué?
 Porque es una apuesta contra las grandes galerías comerciales a la americana que han desertizado las ciudades. En L'Illa se integran las dimensiones de pequeña tienda. Y, siendo sobria, tiene un ritmo excelente que casa perfectamente con la Diagonal.
 ¿Qué ciudad le gustaría planificar?
Como hemos consumido el territorio, ya no es posible planificar como si fueras Cerdà. Ya no hay espacios abiertos por ocupar y todo está mal que bien urbanizado. Ahora sólo nos queda lo que Solà Morales llamaba "acupuntura urbana": intervenir en puntos concretos de la trama de las ciudades.
¿Cómo?
Para defender y recuperar el sentido de lo público: eso es la arquitectura.
 ¿Podría ser más concreto?
Defendamos a la oligarquía de su propia estupidez: ¿no entienden que la Sanidad pública es la base de cualquier economía?, ¿cómo puede ser un sistema productivo si no se garantiza la salud de los trabajadores?
 Algo ha hecho Obama.
Poco. Y si no les enseñamos también a respetar el medio ambiente, maximizarán beneficios y minimizarán el planeta. Serán tan estúpidos que dejarán en herencia a sus hijos un montón de ladrillos en un erial atravesado por ríos de basura.
 También hay ecologistas muy ricos.
La palabra maximizar me pone de los nervios, porque reduce cualquier relación entre personas o con el planeta a una cuestión de cantidad: más beneficios, más ladrillos...
 Habrá de todo.
Le daré un ejemplo de ciudad maximizada por el capitalismo de Estado: Shanghai.
 Algunos arquitectos se pirran por ella.
Es un horror de edificios sin alma ni sentido. Sólo tienen cantidad: se distinguen por su altura. Se trata de que tengan más metros de altura que el anterior. Son aburridísimos y dejan esos huecos deprimentes... Una pesadilla para vivir.

Lluís Amiguet.

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