20 de septiembre de 2011

DANIEL MEUROIS. MENSAJE DE LOS HERMANOS DE LAS ESTRELLAS.

Transmitido por Daniel Meurois. PARTE I.

Introducción sobre cómo se produjo.

Hace 30 años que conocemos a Daniel Meurois-Givaudan a través de sus numerosos libros, sus conferencias y seminarios. Tras todos estos años, se le conoce muy poco, o no se le conoce, como canal incorporado por Presencias de Luz que él llama "Hermanos de las Estrellas".
Tras la publicación de "Ce qu'ils m'ont dit" que aportaba un testimonio escrito de ellos, Daniel Meurois ha sido grabado por primera vez durante una de sus canalizaciones. Ante una asamblea de unas treinta personas, las Presencias se expresan por su boca, enseñan y responden a preguntas que nos conciernen a todos.
El siguiente vídeo, es de esos momentos de canalización.



He aquí la retranscripción escrita del mensaje transmitido el 15 de junio de 2010, en la Provenza. Cada uno encontrará en él material para su crecimiento, un consuelo en el seno de nuestro mundo perturbado así como una ineludible onda de Amor que podrá hacer suya.
Mensaje (1/3)
Sed bienvenidos amigos de siempre, Gracias por haber respondido de esta forma a nuestra llamada y por habernos reunido con nosotros en este lugar.
Daros cuenta que decimos habernos reunido en este lugar y no a la inversa. Ya que en realidad, es a nuestra casa a la que habéis venido, este espacio vibratorio que vosotros habitáis de otra forma. Gracias por habernos reunido con nosotros no con un espíritu de curiosidad, sino con la pureza y la ternura de vuestro corazón, sabemos leerlo, y es por ello por lo que sois de esta familia.
¿Podríais adivinar por qué hemos querido que nos visitarais? Es muy simple. Es para ayudaros a restituir lo mejor de vosotros mismos, pero es sobre todo, sobre todo, para que restituyáis vuestra memoria. No decimos la memoria de vuestras vidas pasadas, esa memoria, o más bien esas memorias, importan poco en verdad. Queremos decir esencialmente, únicamente, la memoria de vuestro parentesco con nuestro Hermano el Cristo. Decimos nuestro Hermano el Cristo pero no hablamos simplemente del Maestro, hablamos del Principio del "Cristo". Es esa memoria la que queremos estimular en vosotros.
Todas esas prácticas, todas esas terapias que hoy aprendéis aquí o que –algunos de vosotros– recordáis, no son finalmente más que una forma de pretexto. Pretextos desde luego útiles –incluso necesarios–, que os ayudarán a aligerar al prójimo, o que ya os ayudan a aligerar al prójimo. Pero pretextos, en cuanto al fondo del trabajo a efectuar, en cuanto al fondo del nacimiento, del renacimiento que buscáis... ya que el hecho de recordar este parentesco con nuestro Hermano, con vuestro hermano el Cristo, equivale a vuestro verdadero renacimiento. Este está en el centro de vuestros reencuentros.
Tenéis sin falta, para ir luminosamente al final de este camino que habéis emprendido de forma totalmente voluntaria y –para algunos– de forma muy valerosa, tenéis que eliminar las escorias de vuestro mental. ¿Habéis observado cuáles son los dos pequeños carteles que están a la entrada que lleva a este lugar? "Cierren las puertas para evitar las moscas"... Y bien, vuestro mental es eso que atraviesa, son las moscas. Son las moscas que vienen regularmente a desviaros y esencialmente a inducir en vosotros la duda con una "D" mayúscula. Y la Duda, tenéis que comprender, amigos de siempre, hermanos y hermanas, es la única Fuerza que os separa de vosotros mismos. Es la única Fuerza que os diferencia de los grandes sanadores, de los taumaturgos, de los Maestros de Sabiduría, y de vosotros mismos en tanto que aprendices de la Vida hoy día. Sólo la Duda hace esa diferencia.
El día en que esa Duda haya desaparecido, habréis encontrado la memoria, la de vuestro parentesco con nuestro Hermano el Cristo. Y es eso lo que habéis venido a buscar, en este lugar, sin que necesariamente lo sepáis de forma clara. Habéis venido a aprender una forma de trabajar, pero habéis venido esencialmente a reaprender a conoceros, a volver a poner vuestros pies en las verdaderas huellas de vosotros mismos a través del Tiempo. No es ni más ni menos que eso.
Sabemos perfectamente que la Duda es un instrumento que puede ser constructivo ya que es fruto del libre albedrío, de la libertad de pensamiento, del replanteamiento. Pero hablamos de otra Duda. De la que os hace olvidar, incluso rechazar, vuestro parentesco con el Divino. De la que establece una frontera entre vosotros y Vosotros. De la que debilita la fuerza de ternura, la fuerza de amor. De la que dice tú y yo, mío, mía, tuyo, tuya, tuyos, tuyas... De la que levanta muros. Ya que entre todos vosotros, miembros de esta familia de almas, hay algo más que un vínculo, hay una serpentina de Luz que atraviesa la Noche de los Tiempos.
No creáis sin embargo que queremos incitaros a buscar entre vosotros vínculos del pasado, que queremos llevaros hacia una búsqueda de identidad de hace mucho tiempo. Una vez más, eso no sirve para nada y numerosos delirios nacen de posiciones de espíritu similares. Queremos simplemente haceros comprender que lo que os reúne en este lugar data de hace mucho tiempo, y que podríais, mañana mismo, esta noche, incluso ahora mismo, decidir abandonar esta sala... pero la huella que habéis recibido en esta familia permanecerá para siempre y os vinculará para siempre.
No se trata de una fatalidad, de un encarcelamiento en un hecho establecido del que podríais posiblemente escapar un día u otro. Se trata de la resultante de una elección de corazón que data de hace mucho tiempo. Podemos apartarnos a veces de un camino y tomar senderos que sean atajos, pero no nos apartamos jamás de una verdadera ruta. Y nosotros estamos felices de veros en esa ruta, sean cuales sean vuestros miedos, sean cuales sean vuestros rechazos, vuestras rebeliones, vuestras cóleras, vuestros miedos, vuestras reacciones, vuestras lágrimas, vuestros enfurruñamientos. ¡Sí, vuestros enfurruñamientos!
Sabemos, y lo vemos, más allá de todo eso, que el verdadero trabajo se cumple. Vuestras manos son el instrumento con el que os ayudáis. Pero la Presencia del Cristo en vuestro corazón es el soplo de ese instrumento. El trabajo de vuestra vida es sin duda el de ofrecer, el de dar la Luz de todas las formas posibles e imaginables. Pero, más allá de eso, el trabajo de vuestra vida es la recepción de la Fuerza Crística en vosotros. Es ella la que abolirá definitivamente todas las fronteras.
Por supuesto, algunos de entre vosotros decís: "Sí, sabemos todo eso. Estamos totalmente de acuerdo con todos esos principios enumerados. ¿Por qué repetírnoslo?" Porque vosotros "sabéis", efectivamente, pero todavía no habéis conseguido integrar. El que integra, bien... comunica con la Esencia de la Vida. Y vuestro objetivo es esa comunión.
Dejad... sin delirios, sin manifestaciones egóticas, sin desarrollar una forma de elitismo que no significa nada, dejad de sentir que vuestra esencia es diferente de la de nuestro Hermano el Cristo, o simplemente de la nuestra. Nuestra Esencia es la misma. La diferencia entre vosotros y nosotros es el grado de olvido de esta Esencia.
Pero nuestra intención, esta tarde, no es continuar este monólogo sino el ofreceros libremente la palabra. Sentíos en vuestra casa. Sentíos en presencia de amigos, simplemente, que os guían desde hace mucho más tiempo del que creéis. Sentíos en familia y dirigíos a vuestros padres, a vuestros hermanos, a vuestras hermanas. Con toda sencillez. No analizándoos del exterior. Os ofrecemos la palabra...
Pregunta: ¿Qué más debemos hacer para recordarlo? Ya que, finalmente, ya sabemos todo eso...
Respuesta: ¡Orad! Orad realmente, con el fondo de vuestro corazón. Olvidáis el sentido profundo de la oración. La oración es una ofrenda del corazón a la Fuerza de la Luz. La oración no significa mendigar una ayuda. Es, ante todo, ofrecer lo mejor de nosotros mismos. Ofreced al Sol y recibiréis cien veces más. Se ha dicho que serán cien, mil y diez mil veces, pero en realidad, ¿qué importancia tiene?
Orad, no a una fuerza exterior a vosotros de la que debáis esperar algo, sino ofreced lo mejor de vosotros mismos a lo Mejor de vosotros mismos que está en vosotros y que es precisamente el Sol. Meditad esto... esto no es tan simple como parece, no es tampoco un juego de palabras. En cuanto aparezca una frontera en vosotros, borradla. No emprendáis una multitud de argumentos para mantenerla en pie. Borradla en seguida. "Alguien no me gusta por esto y aquello; no quiero sanar a alguien por esto... por esto otro..."; en cuanto esto surge –y surge, por supuesto–, borradlo todo. Borrad esas fronteras. Borrad esas resistencias. Borrad las reticencias. Borrad los rechazos. Es así como avanzaréis.
CONTINUARÁ...
Traducción: Equipo Isthar Luna-Sol.

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