12 de septiembre de 2011

JIM DENEVAN. ARTE EFÍMERO.

Quien ve los dibujos, piensa que no es obra de un ser humano.
Sus diseños evocan a los Crop Circles, cambiando los campos de cultivos por otros lienzos que ofrece la naturaleza: arena, hielo, sal y tierra. Sólo con éstos elementos y una inmensa creatividad y sensibilidad, nos ofrece la oportunidad de encontrarnos con alguna de sus obras.
También me recuerdan a los mandalas hechos con arena de colores que construyen los monjes tibetanos que, igual que Jim Denevan, son totalmentes efímeros, los monjes los devuelven al mar o a un río, por varios motivos, para que, a través del agua puedan transportar el mensaje que llevan impreso, para devolver a la naturaleza los elementos y sobre todo, para domesticar al ego, la obra creada, ha cumplido con su finalidad, no es necesario conservarla.
Permanecen pocon tiempo, el suficiente para regalarnos momentos de contemplación.
Jim Denevan tiene casi 50 años, y es muy activo, surfea a diario desde niño, empezó fregando platos en un restaurante, se convirtió en un amante de la comida y terminó siendo chef.
Además dibuja sobre el hielo, la tierra y la arena.
Esto último puede sonar a un pasatiempo  pero, las dimensiones del diseño y la perfección geométrica de los resultados hacen que sea una especie de pintor extraterrestre. Las pizarras de Denevan son lagos, inmensos arenales y desiertos. Superficies que acrecientan el sentimiento de que somos un punto más dentro del  paisaje.
Montado en una bici a la que añade herramientas o con un simple palo de madera, el trabajo de este artista estadounidense es efímero. En la siguiente ola, cuando sube la marea, cuando llegan el deshielo o las lluvias, sus dibujos desaparecen.
En mayo del 2009 realizó uno  de los trabajos artísticos más grandes de la historia. Estuvo durante dos semanas dibujando en el fondo del Gran Lago Salado, en el norte del estado de Utah: una zona desértica de tierra agrietada por el sol.
En esa época del año sólo quedaba el mineral salino, ni rastro del agua que llega de los tres ríos que lo surten. Denevan dibujó mandalas de círculos tan grandes que tuvo que ayudarse del GPS, utilizar cadenas y una furgoneta.
Pasó todo ese tiempo solo, tanto que la imaginación le jugó malas pasadas y empezó a ver fantasmas donde no los había.
 Desde entonces, para prevenir el ataque de soledad, si las misiones se prolongan, alquila un autobus donde duerme con amigos, en medio de la nada más absoluta.
En junio el lago comenzó de nuevo a recibir agua y el dibujo de Denevan empezó a borrarse. “La gente me pregunta qué se siente cuando se borran mis dibujos. Pero ¿a quién le gustaría que no desaparecieran?
Le gusta trabajar en la playa, donde sus círculos y curvas crean tapices en toda la arena.
Allí mismo busca un trozo de madera, elige una parte central y comienza con el primer trazo. Se toma cada dibujo como una actuación, un baile o un paseo por un laberinto: algo absorbente y cautivador que no se puede interrumpir, esos momentos, conecta con su interior más que nunca.
Semillas Solares.

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