5 de abril de 2012

CARE SANTOS. HACIA LA LUZ.

PARA DOCUMENTAR SU LIBRO "HACIA LA LUZ" (ESPASA) CARE SANTOS SE ENTREVISTÓ CON UNA TREINTENA DE PERSONAS QUE HABÍAN PROTAGONIZADO EXPERIENCIAS CERCANAS A LA MUERTE (ECM).

Cuando se entrevistó con personas que han tenido ECM, ¿cuál era su estado de ánimo al hablar de sus experiencias y qué le transmitieron?
Lógicamente, no era homogéneo. Había gente muy abierta a quien no le importaba hablar del tema, incluso pormenorizar, y otros que no deseaban hacerlo en absoluto. Desde que empecé a realizar las entrevistas, pensé que debía ser respetuosa al máximo con sus necesidades y sus peticiones. 
¿Les quedó después miedo a la muerte?
En eso todos coincidían: su percepción de la muerte había cambiado. Tras vivir una ECM la muerte ya no constituye una amenaza, sino una meta placentera a la que no tiene sentido temer. Muchos de ellos se habían hecho incluso creyentes después de la experiencia.
LA MUERTE BUSCA SU MOMENTO
-¿Es cierto que la mayoría, en ese estado, no quería volver?
-Encontré de todo, incluso una mujer que discutió con el ser de luz que encontró al final del túnel porque ella deseaba volver con todas sus fuerzas para atender a sus hijos pequeños y él no lo creía conveniente. Finalmente, regresó -según me dijo- tras pactar con ese ser poderoso, tras llegar a un acuerdo.
-¿En qué lugares se producen? ¿Suelen ocurrir en los quirófanos, a raíz de accidentes?
-La muerte nos puede sorprender en cualquier parte, obviamente. Entrevisté a más de 30 personas: había quienes habían sufrído accidentes de trafico; quienes habían tenido complicaciones en un quirófano o quienes habían contraído un virus rarísimo que les había conducido al coma en cuestión de horas. Abundaban las experiencias en los hospitales, pero también había casos de personas que las habían experimentado sin salir de su cuarto, en su propia cama.
-¿Entre sus entrevistados hubo quien tuvo, además, una experiencia fuera del cuerpo y llegó a comentarlo después con testigos que en ese momento lo daban por muerto?
-La escena inicial del libro se basa en la experiencia de una de mis entrevistadas. Entró en coma por una alergia a la anestesia. Le habían practicado una cesárea para que naciera su hija y durante ¡a ECM conoció a un niño que dijo ser un hermano suyo que había muerto antes de que ella naciera.
 Nunca nadie le había hablado de ese hermano. Cuando regresó, se lo preguntó a su madre y entonces supo que era cierto: sus padres habían tenido otro hijo y había muerto antes de que ella viera la luz… Aquello me impresionó tanto que decidí abrir la historia con este caso, realmente impactante.
-¿Son siempre familiares los que les esperan al Otro Lado? Tengo entendido que a veces ven a la Virgen, a Dios… ¿Los ven o los sienten? 
-Según los testimonios que he recogido, es más común encontrar una presencia digamos divina que a sus familiares. Muchos de mis entrevistados coincidían en decir que al final del túnel -algunos al comienzo- encontraban un ser de luz. Algunos veían directamente a Jesucristo o a Mahoma.
Otros no podían precisar su identidad, pero sabían que era un ser superior que estaba allí para guiarles y conducirles.
Sin embargo, entre los no creyentes es más común la presencia de personas conocidas por ellos: el marido muerto años atrás, el padre… pero a menudo estas visitas se reciben durante la agonía y no durante el coma o la ECM. Me pareció que hablaban de una especie de zona intermedia, una línea de sombra entre la frontera de la vida y la muerte en la que es posible encontrarse con los seres queridos que nos precedieron en el Más Allá. Personalmente, es una idea que me agrada mucho más que la del ser de luz o la de Mahoma dándome la bienvenida. Pero, claro, yo soy atea.
LA ZONA DE SOMBRA
-¿En alguna ocasión antes de la ECM alguno de ellos había protagonizado alguna experiencia paranormal o que no tuviera explicación científica?
-Los sueños también forman parte de esta zona de sombra entre el mundo de los vivos y los muertos. Encontré a varias personas que habían soñado con personas muertas antes de saber que habían muerto. Y también a algunas que a través de los sueños habían resuelto cuentas pendientes con sus seres queridos fallecidos. -¿En qué creen o creían? -Así como en la presencia del ser de luz sí era importante tener en cuenta las creencias de cada cual, en lo que respecta a los sueños no había paralelismos. Tanto creyentes como no creyentes habían tenido este tipo de experiencias.
-Se especula que cuando “ven” pasar su vida como en una película retrospectiva están supuestamente siendo sometidos al Juicio Final, en el que ellos mismos valoran el comportamiento que han tenido a lo largo de su existencia. ¿Les quedaba el recuerdo de lo que habían hecho bien o mal?
-Solo una persona me habló de eso y recuerdo que me llamó la atención, porque es uno de los tópicos que se repiten con más frecuencia. Dijo que había visto su vida resumida en unas pocas escenas y que le había quedado muy claro qué era importante y qué no.
-Cuando hablan de la vuelta a su cuerpo, ¿qué explican?
-Me impresionó mucho el caso de una chica de 18 años que no deseaba morir y que para regresar decidió pensar en el chico del que estaba enamorada. Pensó en todo lo que tenía pendiente con él, en lo que aún no habían hecho. Regresó después de tres paros cardiacos.
-¿Sabe si se les da la opción de regresar o quedarse?
-Tuve noticia de varios casos en los que se les había invitado a quedarse y ellos decidieron regresar.
CEREBRO ENGAÑOSO.
-Y en el momento de volver a la vida, ¿qué sienten?
-Pesadumbre, cansancio, dolor… Muchos hablan del peso del cuerpo físico, de lo terrible que resulta después de haber conocido el otro estado, el gaseoso o el gelatinoso (a decir de algunos). Pero también me dijeron que había sido una sensación momentánea, que muy pronto se alegraron de estar aquí y de haber madurado tanto en tan poco tiempo.
-¿Dónde cree usted que han estado estas personas?
-¡Menuda pregunta! Tal vez te decepcione saber que mi mente cartesiana no tiene una respuesta. Entre todas mis lecturas también estuvieron las más científicas, las que hablan de las sustancias químicas que genera el cerebro para que sintamos bienestar cuando nos estamos muriendo para que se contraigan de modo que veamos la luz al final del túnel y el túnel mismo, o qué mecanismos cercanos al delirio nos llevan a tener visiones o a escuchar voces… De algún modo nuestro cerebro nos engaña para anidarnos a que el final sea más dulce. Eso es lo que dicen algunos neurólogos. Otros afirman que la ciencia se refugia en ese tipo de argumentos para no tener que admitir que hay fenómenos inexplicables. Cuando escribo, prefiero generar preguntas en lugar de respuestas.
-¿Hubo algún niño entre sus entrevistados?
-Hubo un joven que sufrió una ECM con ocho años. Estuvo tres meses en coma y despertó al escuchar una canción que le cantaban sus compañeros de clase. Fue uno de los testimonios más emocionantes.
-Care, ¿a partir de haber experimentado una ECM alguno de sus entrevistados dice creer ahora en la reencamación? 
-Ninguno la nombró, aunque yo no mostré interés por ese aspecto. Los libros de Raymond Moody en los que se habla de la reencarnación no son sus primeros trabajos, que eran los que me interesaban. Moody es una figura muy controvertida. Creo que no es criticable que no le tomemos muy en serio en esa etapa. Sí, en cambio, su estudio sobre las ECM, su primer trabajo antes de que se hiciera famoso y los editores lo tentaran con sumas astronómicas.
-Tras escuchar todas estas experiencias, ¿se puede creer más en el alma y la reencarnación?
-Depende de cada cual. Yo estoy igual que estaba, solo que con más dudas. Y con más conocimientos sobre las personas, que me interesan más que cualquier otra cosa.
-Según lo que usted ha visto, ¿cómo se toma la comunidad médica este tema?
-Hay posturas que van desde el rechazo más frontal al comencimiento más absoluto, pasando, claro está, por un prudente escepticismo. En nuestro país no es común encontrar neurólogos que crean que el estudio de las ECM es científico. Fuera, en Estados Unidos o Reino Unido, ya es otra cosa. Pero incluso allí estos científicos, como Sam Parnia, al igual que le sucedió en su día a Elisabeth Kübler-Ross, siempre tienen que enfrentarse a un grupo de detractores que no tienen en consideración su trabajo. Me temo que estamos a años luz de que las cosas cambien en ese sentido.
-Hace tiempo escuché testimonios de hombres a los que les aterrorizaba morir porque sus ECM mostraban demonios y un infierno en vez de la apacible luz. ¿Ha sabido de algo de esto?
 -Ninguno de mis entrevistados me ha contado experiencias negativas y me consta -por la bibliografía que he consultado- que no son en absoluto comunes. Pero no soy una especialista, claro, solo una lectora muy curiosa y muy aplicada a quien el asunto le interesaba lo suficiente como para escribir sobre él.
Anika Lillo.

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