17 de julio de 2013

JONATHAN SAFRAN FOER. ¿POR QUÉ NO DEJAMOS DE COMER ANIMALES?


El autor ha espoleado las conciencias de miles de ciudadanos con “Comer animales”, una obra en la que deja al descubierto las carencias éticas de las industrias cárnicas.
En su última obra, “Comer animales” explora las condiciones en las que se crían los animales en las granjas industriales y denuncia el incumplimiento sistemático de las leyes medioambientales de estas explotaciones. El texto se publicó en Estados Unidos hace dos años y desde entonces ha sido traducido a 36 idiomas.

“No se trata de que toda la gente se haga vegetariana. Lo que hay que hacer es reducir los consumos”Atribuye a esa ingesta excesiva la elevada incidencia de enfermedades como el cáncer, la diabetes y los infartos; la pérdida de efectividad de algunos antibióticos y apunta que los animales “son transmisores de infecciones como la gripe aviar o las vacas locas. No es tan necesario comer carne como se dice. Hay que acabar con el mito de la proteína animal”.

La explicación a esa enorme demanda de carne está en su bajo precio, un coste que es posible por “las repetidas infracciones de las industrias. Una de las grandes empresas cárnicas de Estados Unidos, Smithfield, acumula 7.000 multas anuales, pero prefiere pagar las sanciones a respetar las leyes medioambientales. Le sale más rentable. Y los gobiernos no hacen nada para evitar estas prácticas”.
Para escribir el libro, Safran ha visitado las diversas explotaciones ganaderas y piscifactorías de Estados Unidos, ha comprobado las condiciones de hacinamiento en las que viven los animales y el grado de sufrimiento al que están expuestos durante su existencia y posterior sacrificio. “Hay que volver a unos principios éticos con los animales”.
Pero incrementar las cantidades de vegetales en la dieta diaria equivale a aceptar pagar más por unos alimentos más saludables, una opción que no es posible para muchos ciudadanos de los países desarrollados. Jonathan Safran contrarresta esta observación: “En los restaurantes, lo más barato son los platos vegetales. Tampoco es más caro cocinar vegetariano. Lo que sí se está perdiendo es la cultura de cocinar”.
En su opinión se trata de una cuestión de prioridades. “Nos las arreglamos para encontrar tiempo y dinero para lo que consideramos que tiene valor. Hace diez años pocas personas tenían móvil y hoy prácticamente todo el mundo posee uno de nueva generación; entonces tampoco había nadie en Facebook y no pasaba nada. La comida es más importante que el móvil o las redes sociales, pero hay que darle ese valor”, insiste.
Su libro ha llegado a países que se encuentran en pleno despegue socioeconómico, como India y China, y donde es difícil convencer a sus ciudadanos sobre las bondades de regresar a costumbres del pasado. “Tengo la impresión de que no es justo ni es juego limpio que los americanos y los europeos, que nos hemos hartado de industrializar la agricultura y la ganadería, les digamos ahora a estos países que tengan cuidado con la contaminación que originan". 
En cualquier caso, en los países más ricos el consumo de carne está empezando a ser cuestionado por un número creciente de ciudadanos, una situación de ascenso y declive que se puede comparar con el que ha experimentado el consumo de tabaco. Para el escritor, “el cambio no está siendo tan drástico, pero sí se está operando un giro. En realidad, a lo que se volverá será a los consumos de nuestros padres, que no comían carne constantemente como lo hacemos ahora. Iremos hacia ese modelo de más vegetales y legumbres”.
Ángeles Gómez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Quieres comentar sobre el Blog?