4 de octubre de 2013

EL PODER TERAPÉUTICO DE LA RISA.


Los científicos ya saben que las emociones positivas pueden sanarnos. Y creen haber hallado la puerta misteriosa que le permite al cerebro actuar sobre nuestro organismo: el nervio vago. 
Otra buena noticia: la alegría y la paz interior están clínicamente asociadas a la longevidad. 

Sonreír alarga la vida. Unos siete años de media. 
Los psicólogos estudiaron las fotografías de 196 jugadores de béisbol de 1952 y apuntaron cuántos de ellos aparecían sonriendo. Luego investigaron cuáles de ellos seguían con vida. El resultado: los risueños viven casi 80 años; los serios, 73. 
La felicidad es curativa. Que las emociones influyen en nuestra salud ya se sabía. Pero hasta hoy los científicos se habían centrado en las emociones negativas (ansiedad, depresión, estrés...) que aumentan el riesgo de determinadas enfermedades.

La gente feliz no solo tiene vidas más estables, matrimonios más duraderos, mayores habilidades intelectuales y mejores relaciones interpersonales a lo largo de sus vidas. Esas vidas son estadísticamente más sanas y más largas. 
El bienestar psicológico reduce la actividad de las hormonas relacionadas con el estrés y nos hace menos vulnerables a las enfermedades infecciosas, coronarias, metabólicas y autoinmunes. Disfrutar de la vida debería ser un objetivo de los programas de prevención de enfermedades.
Los investigadores creen haber encontrado la conexión entre la felicidad y la salud: el nervio vago. «Es la estructura que une cuerpo y mente». Un nervio vago en plena forma contribuye a que el corazón palpite con brío y a que la digestión sea regular.  Nos invita a empatizar, a mirar a los ojos, a sonreír... 
La complicada geografía de este nervio parte del tronco del encéfalo y va a lo largo del cuello y del tórax hasta los intestinos y tiene muchas ramificaciones. Inerva el oído interno, la faringe, la laringe, los pulmones, el estómago, el intestino y el corazón.
Se puede estimular el nervio vago recurriendo a métodos como la meditación, el yoga, el zen y otras sabidurías milenarias que se están ganando el respeto en facultades y hospitales. La doctora norteamericana Bethany Kok ha comprobado que el nervio vago se activa con la meditación, pero también con una buena charla entre amigos.
 Amor, bienestar y compasión son el mejor ejercicio. «Las personas que atesoran sentimientos positivos mejoran el tono de su nervio vago. Esto está asociado con una buena salud y una vida más larga»,  «El médico nos dice que no deberíamos fumar ni comer demasiado, pero no nos suele aconsejar que seamos felices».
Psicólogos y médicos se proponen conciliar las técnicas de meditación procedentes del budismo y el hinduismo con los postulados de la medicina moderna. Monjes y yoguis les enseñan. 
En el Hospital General de Massachusetts (Boston, Estados Unidos), 15 pacientes diagnosticados con trastorno de ansiedad usaron su mente como si fuera un fármaco.
Los voluntarios participaron en un curso de meditación durante ocho semanas. Consiguieron controlar mejor sus emociones y tuvieron menos problemas para dormir además de tener un nivel de optimismo más alto. 
Su cerebro había cambiado de forma positiva, como se comprobó con resonancias magnéticas: ciertas zonas de su córtex prefrontal aparecían muy irrigadas, aquellas que regulan los sentimientos. 
Así que los médicos están empezando a tomar en serio el pensamiento positivo. 
El cerebro reacciona a todo. Y también es hipersensible a las señales no verbales. Una duda, una mala cara, información poco clara pueden ser casi tan perjudiciales como una infección. Por el contrario, una sonrisa, palabras sencillas, confianza, son herramientas curativas.

Cómo sanan los pensamientos
1. En el lóbulo temporal, la amígdala procesa las percepciones sensoriales y les asocia una etiqueta emocional. Si esas percepciones apuntan a un peligro, induce a través del hipotálamo la liberación de la hormona del estrés. Surge así la sensación de ansiedad.
2. A continuación, el impulso recibido por la amígdala vuelve a ser analizado en el córtex prefrontal, valorado y, si es necesario, corregido. De esta manera se evitan sobrerreacciones y se atenúan los ataques de ansiedad.
3. La influencia del córtex prefrontal sobre la amígdala puede fortalecerse a través de la meditación. La persona acaba reaccionando con más calma a los estímulos externos. Se vuelve menos propensa al estrés y a las reacciones exageradas de ansiedad.
4. Los sentimientos y estados de ánimo pueden actuar sobre todo el organismo, pues el cerebro está conectado con el resto del cuerpo a través de fibras nerviosas. El nervio vago está considerado uno de los principales enlaces entre mente y cuerpo.
5. El nervio vago es parte del sistema parasimpático, o 'sistema de la calma', responsable del sosiego, la relajación y la regeneración. Su contraparte, el simpático, pone el cuerpo en tensión, acelera el pulso y la respiración y descarga adrenalina.
6. El vago, por su parte, se encarga de ralentizar la frecuencia cardiaca y se ocupa de la peristalsis, es decir, del avance de los alimentos a lo largo del sistema digestivo. También produce la secreción de enzimas digestivas y contrae los bronquios.
7. Nuevos estudios apuntan a que es posible influir voluntariamente sobre el nervio vago a través de la meditación.Un tono más elevado podría reforzar el efecto tranquilizador del parasimpático y de este modo influir positivamente sobre el organismo.
8. El vago forma parte de un gigantesco sistema de comunicación compuesto por miles de millones de neuronas, células nerviosas con multitud de prolongaciones similares a tentáculos.
9. Cada neurona está conectada a otras células nerviosas mediante un millar de sinapsis. La longitud total de las células nerviosas del ser humano sumadas equivale a la distancia de la Tierra a la Luna, de ida y vuelta...
Blog del Bienestar.

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