13 de noviembre de 2013

LOS SINCRONISMOS Y SUS MENSAJES.


Hay una diferencia sutil entre la casualidad y la causalidad, es decir, entre el azar y la causa-efecto, que ha desatado desde siempre, todo tipo de interpretaciones. 
Se trata de las casualidades significativas que Carl Gustav Jung denominó “sincronicidad”: dos fenómenos o situaciones independientes e incluso lejanas, que se enlazan misteriosamente, creando lo que parece ser, un mensaje orquestado por el universo, un mensaje único y particular que ponen en tu camino para que, tomes consciencia de algo que necesitas en ese momento.
Aunque todo el mundo ha experimentado alguna vez este tipo de coincidencias, una que se cita a menudo para ilustrar el tema, es la que le sucedió al actor Anthony Hopkins, al firmar el contrato para la película "La mujer de Petrovka". 
Al saber que el film estaba basado en una novela del norteamericano George Feifer, dedicó un día entero a recorrer sin éxito las librerías de Londres. Desanimado, finalmente abandonó la búsqueda del libro y fue a la estación de Leicester Square para regresar a casa. Mientras esperaba la llegada del metro, descubrió un libro abandonado en uno de los asientos, precisamente era "La mujer de Petrovka".
Esta coincidencia le dejó tan turbado, que apenas miró el libro en el viaje de regreso a su casa. Una vez allí, descubrió que el ejemplar estaba lleno de curiosas anotaciones en el margen de las páginas por su anterior propietario. Pero los caprichosos engranajes del azar darían, dos años después, un nuevo giro y así, completar esta historia. 
Al iniciarse finalmente el rodaje de la película, Hopkins pudo conocer al autor de la novela, quien le dijo que había perdido su ejemplar, lleno de anotaciones, durante un viaje a Londres. Cuando el actor le enseñó el que había encontrado en el metro, resultó ser el mismo.
La sincronicidad de Jung
Al encontrarnos con una casualidad tan impactante como ésta, aunque lo cierto es que se producen con más frecuencia de lo que creemos, lo primero que nos preguntamos es: ¿qué probabilidad había de que el libro extraviado por Feifer en una estación por la que pasan millones de personas fuera a parar a las manos de Hopkins? 
Si analizamos el caso, la probabilidad es tan remota que no podemos evitar pensar que hay un orden oculto que mueve a su manera los hilos invisibles de la realidad, una enigmática y eficaz inteligencia dentro del Gran Universo.
Cuando dos incidentes se producen de forma sincronizada, puede haber una conexión significativa entre ellos
Carl Gustav Jung exploró a fondo esta cuestión, tras vivir una experiencia parecida. El psiquiatra que había colaborado con Freud en sus inicios, soñó con un martín pescador y, al día siguiente, estuvo intentando dibujar las alas de esta ave marina sin conseguirlo. Enfadado por su torpeza, salió a tomar aire al jardín, donde encontró un pájaro muerto. Era justamente un martín pescador, un ave marina muy rara en una ciudad como Zúrich.
Jung entendió que había una conexión íntima entre su deseo de dibujar las alas del martín pescador y el hallazgo del animal en su jardín. Aunque el pájaro no había caído simplemente porque él quisiera dibujarlo, costaba creer que aquella coincidencia fuera sencillamente fruto del azar, es decir, una casualidad. Era más bien una cuestión de sincronicidad.
El autor trató por primera vez este tema en un artículo publicado en 1952. Allí exponía que, más allá de la casualidad y la causalidad, hay un orden misterioso que se manifiesta en las coincidencias de la vida diaria. 
Ésta fue su definición de sincronicidad: “Cuando dos incidentes se producen de forma sincronizada, aunque no parezca que exista una relación causa-efecto, puede haber una conexión significativa entre ellos.”
Solo es necesario estar atentos, los sincronismos son cada vez más frecuentes pero, no siempre somos conscientes de que están ocurriendo.
Semillas Solares.

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