14 de febrero de 2014

¿CRECEMOS JUNTOS O NOS SEPARAMOS?




"Estoy dedicada a un trabajo personal de crecimiento e investigación y mi pareja no me sigue e incluso me critica. Me dice que esos son mis rollos y no me siento comprendida".
Lo que se plantea aquí se lo cuestionan muchas personas. Se trata sobre todo de mujeres con maridos que no comparten las mismas formas de desarrollarse y cultivar el alma.
Partamos de la base que el despertar psicológico y espiritual que despliega veloz en el mundo occidental, ha sido primeramente “sintonizado” por la parte femenina.  En realidad es a través de nuestro hemisferio cerebral femenino que conectamos con la esfera subconsciente para hacer el viaje hacia la Supraconciencia.
En la sociedad actual, las mujeres son las primeras en buscar el espacio de lo sutil y cultivarse en el ámbito de la visión profunda. Y aunque esto es bien cierto, se observa cada día un creciente aumento del número de hombres resonando con la búsqueda interna.

¿Cuál es la razón de un mayor número de mujeres en proceso de autoconciencia?
La causa tiene que ver con el acento en la razón y la lógica que posee la parte masculina de las personas. Un acento que a menudo actúa como muro resistente a los mensajes sutiles de la intuición, así como de la sensibilidad corporal y las pulsiones de la subconsciencia.
Un acorazamiento de lo sensible que da primacía a la “cabeza lógica”, prioriza los asuntos que se desenvuelven en la mente concreta. Una mente que procede de filtrar y aplazar todas aquellas inquietudes que le lleven al descubrimiento de lo abstracto e intangible. 
Si a esto unimos que los primeros pasos de dicha interiorización, están tejidos de vivencias que no pueden ser racionalmente enmarcadas, se comprenderán mejor las resistencias a “abrirse” que la parte masculina experimenta. Y si además resulta que el camino iniciático del descubrimiento y la autoconsciencia conlleva cierta conexión con la propia vulnerabilidad, será entonces cuando la apertura prometida, deberá todavía enfrentarse a más corazas y resistencias.
Sin embargo, si observamos cómo se comporta la inteligencia de vida, comprobaremos que a todos, incluidos quienes están identificados con la mente masculina, llega su propio momento de ensanchar la visión y profundizar en la realidad interna. Puede reconocerse que el cambio evolutivo hacia la integración, tarde o temprano alcanza incluso a los que se encuentran más “protegidos” en sus “antiguas” corazas.
Nuestra parte masculina, en general encarnada de forma más acentuada en los hombres, se resiste a la percepción de lo sutil porque está muy ocupada con la mente lógica. Sin embargo llega un día en el que tal actitud de defensa se ve torpedeada por una especie de conspiración de causalidades, de hechos que a menudo con nombre de “desgracias”, tiran abajo esos muros.
¿Acaso resulta positivo el sufrimiento?
La desgracia no es más que una interpretación de un suceso doloroso, por lo tanto dependerá de lo que uno es capaz de ver más allá de las apariencias. Sabemos que no es extraño que a la vida del pragmático ego masculino, llegue una cadena de acontecimientos que desmonte las resistencias que éste erige a lo nuevo, y desde ahí se asista a una gran apertura de conciencia. Se trata de una situación y sincronía que, de pronto, ofrece un caos a este buen hombre que de pronto ve “patas arriba” su vieja vida.
Y aquel racionalista que nada quería saber de los “rollos de su esposa”, de sus libros, de sus profesores y de sus conversaciones ilusorias con pinta de sectarias, de pronto se abre inocente a practicar aquellas absurdas meditaciones y yogas mañaneros que ella realizaba. Es decir, se abre a algo tan aparentemente ambiguo y poco productivo como enfocar la atención a la respiración, y observar ecuánime el ir y venir de sus ideas…
Y sucede que poco a poco se atenúa el dolor de las pérdidas que contraían a este hombre. Y también sucede que el hecho de experimentarse en un nuevo estado mental alivia su tensión, al tiempo que le permite una tregua al recuerdo del reciente desposeimiento que tanto le obsesionaba. Una cosa tras otra, y todas con aspecto de haber sido orquestadas por una especie de plan inteligente, comienzan a infiltrar en su ser un virus de serenidad y darse cuenta”. Un virus que, al parecer, este tiempo actual expande gratuitamente y de forma generalizada. Es decir ,que sucede de uno en uno y de dentro a fuera.
El tiempo pasa, la enseñanza penetra y la pareja disminuye el desentendimiento que los separa.
Poco a poco, el camino del silencio da frutos, y cada cual con su correspondiente perspectiva,
comparte el desarrollo transpersonal que da sentido a su vida.
Fragmento del artículo de José María Doria.

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