18 de febrero de 2014

LA COMUNICACIÓN Y LA CONCIENCIA DE LOS ANIMALES. LAILA DEL MONTE


Laila nació en Estados Unidos, se crió en España, en la isla de Formentera, en Baleares y en París.
Estudió en la Sorbona (París – Francia) y es titular de un Master en religiones comparadas.
Desde pequeña, mostró una sensibilidad especial por la naturaleza y los animales.
Hola Laila, ¿Cómo llegas a desarrollar la facultad que tienes para comunicarte con los animales? Supongo que esta es “la pregunta”. Deseamos conocer tu trabajo
Yo soy americana, nací en Los Ángeles, después mis padres se trasladaron a Europa y me crié entre Francia y Formentera (Baleares). Después volví a Estados Unidos. 
En Formentera vivimos en una finca y yo vivía experiencias de infancia que, para mí, eran normales, después descubrí que no todo el mundo poseía lo que para mí era normal, aunque después explicaré  que todo el mundo lo puede conseguir.
Para mí era normal escuchar, ver imágenes y mi relación con los animales era algo normal, yo no sentía que hiciera nada distinto.
Me di cuenta que lo era, que era distinto, cuando, de forma natural, comentaba algo con los adultos y me miraban de forma extraña. En el caso de mis padres era distinto, ellos tenían una mentalidad muy abierta y me aceptaban como yo era.
Cuando comencé la escuela en Francia fue cuando me di cuenta que el resto de los niños no eran como yo, no es que fueran ni más ni menos que yo, simplemente eran distintos.
¿En qué momento sentiste que debías utilizar tus capacidades, que debías plantearte el “con esto debo trabajar”?
Eso sucedió en Formentera y fue con las cabras. Las cabras estaban atadas y sufrían mucho por no tener libertad de movimiento, fue cuando percibí lo que ellas sentían. 
Se sentían mal por el hecho de estar atadas, yo sentía como se relacionaban unas con otras, como se sostenían en su sufrimiento y, siendo yo muy pequeña, supe que esto debía comunicárselo a los adultos, aunque de forma muy distinta a como yo lo hago ahora. Mi nivel de conciencia no era mayor ni menor, simplemente, por la edad que yo tenía, era distinto.
Laila, ¿Cuál fue el mayor escollo, la mayor barrera que tuviste que salvar para poder realizar el trabajo que desarrollas ahora?
Cuando comencé a viajar a Europa, hace ya unos 12 años, para dar cursos en Francia, Suiza, Austria y en último lugar, España, el primer obstáculo fue el escepticismo sobre lo que hago, si es algo verdadero y la lucha contra la falsa noción de que los animales no poseen conciencia. Para mi fue muy gratificante, llegué a Europa y trabajaba para grupos de tres, cinco personas. Daba conferencias en centros ecuestres, a los asistentes les costaba mucho creerme, era difícil para ellos aceptar lo que yo les contaba, necesitaban validaciones para creerlo. 
Hemos evolucionado mucho, ahora doy conferencias en las que se reúnen entre 200 y 500 personas. Para los animalistas es una noticia estupenda. 
El público que asiste a mis conferencias es un público compuesto por personas que vienen con la conciencia de comprender a los animales, ya vienen preparados y no tengo que convencerlos de nada.
Y ahora, ¿Qué es lo más satisfactorio que has encontrado en tu trabajo?
Las mayores satisfacciones las he encontrado en el mundo del caballo. Trabajé con uno de los mejores jinetes de saltos, él se abrió a entender muchas de las actitudes de los caballos, eso a nivel personal, con los animales en general, muchas satisfacciones, aunque lo más importante es lo que se consigue con las personas.
 

¿En qué consiste tu trabajo más habitual, que no siempre el más satisfactorio?
Lo más habitual son comportamientos animales que las personas no entienden, por ejemplo: un gato que de pronto comienza a orinarse, un caballo que se niega a saltar obstáculos o que tiene miedo o que hace caer a su jinete, un perro que es agresivo, que tiene miedo o celos, esas son las cuestiones más habituales.
No hay que olvidar las cuestiones relacionadas con la enfermedad, hago muchos trabajos relacionados con la sanación, colaboro con muchos veterinarios en ese sentido, tanto para caballos como para todo tipo de animales, sobre todo cuando la enfermedad lleva a un final de vida. 
Muchas personas no saben cómo enfrentar ese momento, no saben si deben enfrentarse a la eutanasia y eso les crea gran angustia, se preocupan por lo que pueda desear y sentir el animal.
Ahora, el tercer libro que edito gira sobre el más allá, al pasaje de la muerte, la enfermedad, la eutanasia. El primero en español fue “Comunicarse con los animales” (Editorial Isthar Luna-Sol), los dos siguientes están editados en francés, el tercero se editará en español en breve.
¿Cómo se produce tu comunicación con los animales, a través de imágenes, de sensaciones? Explícanos un poquito. 
Mi proceso es iniciar la comunicación proyectando mi espíritu hacia ellos y nos encontramos en un lugar en el que no existe ni el espacio ni el tiempo. Puede que yo esté en América y haga una comunicación con Japón, con Francia, con España, en ese caso no existe el espacio y puedo recibir información de su pasado, de su infancia, en ese caso también es atemporal.
Esa comunicación se produce en un lugar en el que se encuentran nuestros espíritus, el del animal y el mío. La información, entonces, llega en forma de pensamientos, a veces oigo frases, veo imágenes, tengo sensaciones físicas, emocionales.
¿Esta situación te genera sufrimiento?
La comunicación es una mezcla de telepatía y empatía, y se aprende, cuando las personas llegan a mi curso a aprender y les enseño, vienen porque tienen sensibilidad, de otra forma no vendrían. 
A veces se llora y se siente, pero el sufrimiento es momentáneo, hay que dejarlo pasar, no puedes acumular los sufrimientos a lo largo de los días, uno aprende a recibir el mensaje y transmitirlo sin que eso haga que se transforme tu vida, el sufrimiento no nos ayuda a realizar este trabajo. Es cierto que a veces se viven experiencias muy duras y efectivamente, te llegan muy adentro
¿Qué te dicen los animales sobre nuestro comportamiento hacia ellos?
Yo no tengo comunicaciones telúricas, mi trabajo no es con el grupo, es con cada animal de forma individual; cómo están en su vida, cómo se sienten, cómo es la relación con su humano, simplemente doy la palabra a los que no la tienen.
Aún así, ¿hay algo en común a todos que te indique cuál es el error que estamos cometiendo?
No hablaré en términos de error, voy a hablar del modo en que nosotros influimos en ellos, cómo nuestras emociones les influyen. Debemos observar y analizar nuestros comportamientos, porque eso les afecta mucho, al final todo tiene que ver con el humano al que están asociados, por ejemplo, un animal que de repente se comienza a orinar en casa, un caballo que tiene reacciones violentas y provocan la caída del jinete. 
A este tipo de animales, de los que no se entiende su comportamiento se les acaba recluyendo en un refugio o se plantea una eutanasia y, posiblemente, en el fondo del problema, no existe nada que dependa directamente de él, sino que sea un reflejo del ser humano, una reacción por el comportamiento de los humanos, por las circunstancias que atraviesan, simplemente nos dan una señal de alarma. 
No somos capaces de entender cómo nuestras emociones les llegan a afectar.
Laila, cada vez hay más conciencia respecto a las adopciones, adoptamos animales que no han tenido una buena historia y deben adaptarse a una nueva situación. La situación de respeto y cariño que les ofrece una nueva familia humana. ¿por qué es a veces tan difícil que el animal comprenda que su vida ha mejorado? ¿cómo ayudar a superar traumas que a veces son muy profundos?
Los traumas van bloqueando las emociones y cierran la capacidad emocional del animal. Se desencadena la prioridad por la supervivencia y eso, a veces, hace difícil el volver a confiar en el ser humano en relación con él y con el resto de los animales con los que pueda compartir su nueva existencia. 
Es una situación similar a aquellos veteranos de guerra que vuelven a su vida cotidiana y deben superar muchos traumas, recuperar la confianza en sí mismos para lo que necesitan tiempo, comprensión y amor y, por supuesto, mucha paciencia. La comunicación ayuda al entendimiento, posiblemente no se consiga al 100% pero sí en un porcentaje muy alto.
¿Qué debemos hacer para mejorar nuestra relación con los animales?
Yo enseño la comunicación para que todo el mundo lo aprenda de verdad. En el fondo, todo el mundo siente cosas, todo el mundo tiene intuición, evidentemente no es lo mismo que la comunicación, el que uno se pueda comunicar con un animal que no conoce y hacerlo a distancia, el conocer situaciones muy profundas que uno ni se imagina que puede averiguar.
En cualquier caso, la intuición se acrecenta limpiando la mente. Se requiere claridad mental, quietud interna y mantenerse a la escucha.
¿Cómo se puede contactar con un ser  tan especial como tú?
Espera, que antes quiero comunicarte un mensaje, no hay que perder el ánimo, en este planeta hay mucho sufrimiento, cada persona que hace algo por evitarlo se suma a la solución. Insisto, no hay que desanimarse, cada persona que salve a un animal, cada persona que hace algo por un animal es una más y eso es lo que importa, todos contamos.
Mi forma de pensar, mi filosofía es que todo eso es importante, la comunicación es muy importante.
Cuando uno aprende a comunicarse entiende los sentimientos del animal, cada célula de su cuerpo entiende, sabe quién es y llega a un nivel de conciencia que no concibe la vida de otra forma y se plantea qué estamos haciendo con el planeta, con los alimentos, con los malos tratos. Y en ese momento eleva un poquito el nivel de conciencia del planeta.
Para contactar conmigo en casos de comunicación o sanación:
www.lailadelmonte.com
Y por último, ¿los animales que pasan a otro plano nos siguen acompañando desde allí?
Sí, lo hacen durante un tiempo, después deben dirigirse hacia otros sitios para seguir realizando su trabajo, lo que deben hacer.
Laila, muchas gracias por tu tiempo, tu trabajo. 
Ana Claret

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