15 de octubre de 2014

EL EFECTO PLACEBO TAMBIÉN MODIFICA LOS GENES.


En un día de septiembre de 1981, un grupo de ocho hombres entre 70 y 80 años, se subieron a un par de furgonetas con dirección a un monasterio en New Hampshire.  
Estaban a punto de participar en un retiro de cinco días en los que se les pidió imaginar y revivir que eran jóvenes otra vez – o por lo menos 22 años más jóvenes de lo que eran en ese momento.
El retiro fue organizado por un equipo de investigadores, quien llevaría también a otro grupo de ocho hombres de edad avanzada al mismo lugar.
A los del segundo grupo, el grupo de control, se les pidió que recordasen cuando tenían 22 años menos, pero sin pretender que ésa era su edad actual, como en el primer grupo.
Cuando el primer grupo llegó al monasterio, se encontraron rodeados por toda clase de objetos y recuerdos para ayudarles a recrear su etapa más joven. Vieron películas y programas famosos de la televisión de 1959 y escucharon las canciones de esa época. Todo fue diseñado para ayudarles a imaginar que en realidad, eran 22 años más jóvenes.
Los investigadores compararon sus notas con aquellas que habían tomado antes del inicio del estudio. 
Los investigadores descubrieron mejoras en el peso y la manera de andar. Los hombres crecieron ya que su postura se enderezó, sus articulaciones se hicieron más flexibles y sus dedos se alargaron porque su artritis disminuyó. La vista y el oído mejoraron. 
Su memoria se refinó y obtuvieron mejores resultados en las pruebas de cognición mental (el primer grupo mejoró su puntuación en un 63 por ciento en comparación con el 44 por ciento del grupo de control). 
Literalmente, se convirtieron en más jóvenes durante esos cinco días. 
”Al final del estudio yo estaba jugando al fútbol, ligeramente, pero al fútbol al fin y al cabo, con estos hombres, algunos de los cuales renunciaron a sus bastones”.
¿Cómo sucedió esto?
Es evidente que eran capaces de activar los circuitos en el cerebro que les recordaban quiénes habían sido hace 22 años, y luego su química del cuerpo de alguna manera mágica respondió.
No se limitaron a sentirse más jóvenes; físicamente se convirtieron en más jóvenes, como se demostró medida tras medida.  El cambio no ocurrió sólo en sus mentes; ocurrió en sus cuerpos.
Pero¿qué sucedió en sus cuerpos para producir tales transformaciones físicas? ¿Qué pudo ser responsable de todos estos cambios en la estructura física y sus funciones?
La respuesta es sus genes, que no son tan inmutables como podríamos pensar.
Joe Dispenza.


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