7 de noviembre de 2014

MÁS RELAJACIÓN Y ENERGÍA EN UN MINUTO.


No sólo buscamos la relajación, sino el bienestar general, la tranquilidad y la calma cuando todo a nuestro alrededor se mueve.
¿Cómo puedo tranquilizarme cuando me pongo nervioso? ¿Por qué sueño siempre el mismo sueño angustiante, y cómo puedo dejar de soñarlo?  
No sólo buscamos la relajación, sino la templanza, la placidez de estar con nosotros mismos, el sosiego cuando hemos realizado un trabajo extenuante, la paciencia cuando tenemos prisa.
Todos estos conceptos forman parte de lo que entendemos por relajación.
De ahí la definición: Relajación es utilizar la energía necesaria y sólo la necesaria para realizar una tarea, sea esta física, mental o emocional, y al terminarla recuperarnos tan pronto como sea posible. De lo que se deducen dos premisas:
• Primera, hay distintos grados de relajación: desde la total que precisamos para conciliar el sueño; hasta la estimulante, necesaria para pasar un examen o una cita importante. Entre estos extremos, existe una gama de formas, conductas y actitudes relajantes que permiten afrontar los distintos problemas de la vida cotidiana con ganas pero tranquilos, con viveza pero con templanza, con claridad de objetivos pero pacientes.
• Segunda, la relajación es proporcional a la capacidad de adaptación a nuestras necesidades y a las del entorno, y a la fluidez con la cual realizamos este ajuste.
Veamos un ejercicio que nos puede ayudar a relajarnos.
Un minuto para ganar horas
Volver a sentirnos con los pies en la tierra nos puede ayudar a regular el estrés durante todo el día. No perdemos un minuto, ganamos un día. 
De pie, cuando inspiramos, llevamos el peso del cuerpo hacia los talones y, cuando espiramos, hacia los dedos de los pies.
Lavamos la cara en seco: con las palmas de las manos frotamos la cara desde el centro en dirección a las orejas, varias veces.
Estiramos las puntas de las orejas hacia arriba, después los lóbulos hacia abajo y finalmente apretamos ligeramente el cartílago alrededor de toda la oreja.
Colocamos las yemas de los dedos (menos el pulgar) sobre la frente y movemos el cuero cabelludo, continuamos en línea recta hasta la base del cráneo. Repetimos tres veces, dibujando tres líneas paralelas a la primera. 
Pellizcamos suavemente las cejas desde dentro afuera.
Damos un masaje circular con los pulgares, desde los costados hasta el centro de la base del cráneo. Sentimos como la columna vertebral se alarga hacia el cielo, y la relajamos.
Invitemos al cielo y la tierra a entrar en nuestra vida cotidiana: miremos el cielo, es el infinito, sintamos la tierra bajo los pies, e imaginemos un canal de luz que va de ésta última al cielo y vuelve atravesando el centro del cuerpo de abajo arriba y al revés.
Gerard Arlandes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Quieres comentar sobre el Blog?