26 de mayo de 2015

EDUCAR LAS EMOCIONES.

Los Shuar son un grupo de indígenas que pueblan la zona amazónica de Ecuador y tienen una peculiar manera de gestionar sus emociones. 
Desde pequeños, aprenden a identificar lo que sienten y a saber cuándo deben expresarlo para que sus emociones sean útiles y efectivas, tanto para su vida como para la comunidad. 
Ser capaz de gestionar las emociones resulta beneficioso para el bienestar general: ayuda a las personas a afrontar las diversas situaciones complejas que se presentan en la vida y a mejorar la relación con el entorno.

La capacidad de comprenderlas rebasa el ámbito psicológico y afecta también al social, ya que influye en la manera de relacionarnos. 
En Ecuador conviven muchas etnias diferentes, entre ellas los Shuar, el grupo amazónico más numeroso. 
Tienen un rico mundo espiritual, repleto de deidades que pueblan la selva amazónica. 
Para los Shuar, controlar la expresión de las emociones no equivale a no sentir. Al contrario, los integrantes de esta tribu procuran ser conscientes de lo que sienten antes que frenar su expresión. De este modo, aprenden a expresarlos en función de la situación en la que se encuentren. 
Esto se enseña de padres a hijos e incluye todo tipo de detalles. 
Por ejemplo, pueden estallar en sonoras carcajadas cuando están alegres o celebran algo, pues la risa es la máxima expresión de la alegría. Cuanto más ríen, más contagian la alegría a todos.
De forma parecida, lloran de manera ruidosa cuando es necesario expresar la tristeza por una pérdida o una muerte. Sin embargo, en este caso, al mismo tiempo que muestran su sincero dolor, deben ser capaces de enumerar las cualidades del fallecido y los hechos más importantes de su vida, para honrar todo lo bueno que han compartido con esa persona.
En cambio, en la cultura japonesa, no está bien visto expresar los sentimientos de forma excesiva y menos en público. Esto es tanto para los momentos de alegría como para los tristes, son muy rigurosos. 
Esto explica la reacción de los japoneses ante las tragedias. Por supuesto, la población japonesa sufre de manera intensa ante las tragedias, pero no lo expresa.
La antropóloga Jean L. Briggs pasó largas temporadas conviviendo con los Utku. 
Una anécdota explica la gestión que esta tribu de esquimales tiene sobre una emoción concreta: la ira
Unos pescadores occidentales habían pedido prestada una canoa a los Utku y tras dañarla, volvieron a pedir otra. 
Enfadada, Briggs recriminó a los pescadores esta conducta, porque los esquimales necesitaban las canoas. Sin embargo, los Utku reaccionaron prestando la canoa a los pescadores y dejando de hablar a Briggs durante una larga temporada por haberse enfadado con ellos...
"La ira no es buena consejera"
El conocimiento y la gestión de las emociones tienen beneficios en el plano social, ya que ayuda a las personas a lograr un equilibrio entre la expresión de lo que sienten y el efecto social que ello pueda tener. 
Esto implica no solo conocer las propias emociones, sino también saber detectarlas en los demás y actuar en consecuencia. La empatía,  permite tener relaciones más satisfactorias y verdaderas.
  • Escucharse a uno mismo: hay que descubrir y conocer lo que se siente para después poder gestionar esa emoción.
  • Recordar que la emoción es humana: no se trata de contenerlas ni de evitarlas, eso llevaría a provocar más descontrol y sufrimiento.
  • No culparse por experimentar una emoción, es mejor detectarla y equilibrarla.
  • Expresarse con moderación: no dejarse llevar por las emociones, sino canalizarlas y encontrar el punto medio.
  • Atender a las emociones de los demás: Las otras personas también tienen emociones y seguramente, estén haciendo lo mejor que pueden para gestionarlas.
  • Atresmedia.

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